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Ella, la nunca hija / She, the never daughter
Ana Arzoumanian
Translation Macarena Cordiviola
Homely Editorial Argentina, 2010
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5-
Después de la escena
tiraron tu ropa en un basural,
y vos, casi sin darte cuenta,
te dormiste.
Después de la escena
te dejaste doblegar
el vientre, su grieta lineal,
lo doméstico de tus vellos
entre los muslos.
Una sonámbula
que ya no siente el desgarrón,
una sonámbula duerme
en el cuarto de los niños, anda con corsé;
pasea por la casa
con la lengua de él adentro,
con su lengua rechinando los dientes.
Sentiría vergüenza, ese rubor
de quien tiene algo que perder,
si tuviese un rostro.
Pero en esa casa
ella camina con los ojos
salpicados de gotitas sin luz,
más oscuro que la ausencia de luz,
más oscuro, más viscoso.
Después de la escena, otros
profanaban, ensartaban
su cuerpo, su ropa en un cordoncito
en la soga del patio de la casa familiar
en la soga del patio de la terraza
la terraza que miraba a un callejón,
y la lengua adentro,
y un disco plano; tu cara
un disco plano que sirviese para arrojar,
un disco de atletas, de gladiadores,
un disco que fuese más rápido
cuanto más rápido lo lanzasen,
una lámina circular de piedra o de metal,
una oblea, una placa,
cosas muchas veces repetidas,
cosas como larvas, como suturas,
la fétida constricción del rostro.
6-
No podías volver a tu casa sin comida;
mejor era escurrirse, era mejor
esconderse en un lugar cualquiera
y ver la sangre que corría
como el pescuezo de una gallina,
ver con la sangre
el cacareo del pescuezo de la gallina
como cuando eras chica;
ver ese algo que se frunce, se retuerce
algo que se curva y se arremolina,
una cohorte de males, un ejército
de rabiosas voces deformadas,
y la cabeza como un guante
que se da vuelta
y la sangre que corre, rocía
tu pollera vacía de comida, vacía
de no poder volver.
Entonces, para que no se enteren,
para borrar tu huella,
porque no podías
volver sin comida,
lo diré de una vez, abuela,
caminaste ciega
como un equilibrista
haciendo pruebas en la cuerda, ciega,
porque no había nadie, para nada tus pasos
el silencio y el tomar aire en el palco,
para nada esa suerte de púlpito
donde medir tus pies,
alzar tu pelo hacia las luces pensando
"miren qué prueba, observen qué destreza";
lo diré de una vez, abuela.
el circo está vacío,
ahora soy yo la que recoge
los brillantitos de tu bombacha blanca
que irisaba su cavidad
desde lo bajo.
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5-
After the scene
they threw your clothes into a dump,
and you, almost without realising,
fall asleep.
After the scene
you surrendered
the belly, its linear crack,
your domestic pubes
in-between the thighs.
A sleepwalker
who feels no more the rip,
a sleepwalker sleeps
in the children's room, walks in corset;
moves around the house
with his tongue inside,
with his tongue grinding the teeth.
She would be ashamed, that blush
of who has something to lose,
if she had a visage.
But in that house
she walks with eyes
splashed by little drops with no light,
darker than the absence of light,
darker, more viscous.
After the scene, others
defiled, stuck
her body, her clothes on a little lace
on the rope in the family house patio
on the rope in the terrace patio
the terrace that looked into a blind alley,
and the tongue inside,
and a flat discus; your face
a flat discus that could be used to fling,
a discus of athletes, gladiators,
a discus that would go faster
as faster thrown,
a circular sheet of stone or metal,
a wafer, a plate,
things repeated many times,
things like larvae, sutures,
fetid constriction of visage.
6-
You couldn't go back without food;
it was better to sneak away,
better to hide anywhere
and see blood running
like the neck of a chicken,
to see through blood
the clucking of the chicken's neck
as when you were a child;
to see that thing frowning, writhing
something bending and swirling,
a cohort of evilness, an army
of furious deformed voices,
and the head like a glove
inside out
and the blood which runs splashing
your skirt empty of food, empty
of chances to go back.
Then, so that they hear not,
so as to erase your mark,
because you couldn't
go back without food,
I'll say it straight, grandma,
you walked blind
like an acrobat
pirouetting on the tightrope, blind,
because there was no one, for nothing your steps
the silence and to breathe fresh air in the box seat,
for nothing that kind of pulpit
where to measure your feet,
to raise your hair towards the lights thinking
“look what a pirouette, observe such skills”;
I'll say it straight, grandma,
the circus is empty,
now it's me who picks up
from your white panties little diamonds
which made its cavity iridescent
from below.
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